01 septiembre 2025

UNA ROMERÍA COMO LAS DE ANTES.

La Romería de la Virgen de Gracia, cumplía su centenario. No era una Romería cualquiera y Carmona lo sabía. La Hermandad de Nuestra Señora la Santísima Virgen de Gracia. ha sido consciente de que la fecha se prestaba para que hasta los que nunca bajaron a la romería (e incluso muchos de los que bajaban y dejaron de hacerlo), se animaran. Una Romería muy especial que a mí me recordó mucho a las de antes. A las de cuando yo era niño, o a las de adolescente. A las de las décadas de los 80 y 90, cuando la Romería lucía en su máximo esplendor.


Me recordó las de antes, cuando no había pandillas de borrachos que no tenían el más mínimo sentido de la convivencia, del fundamento festivo-religioso del día, y acababan heridos, tirados durmiendo la mona, vomitando, o formando peleas que le fastidiaban el día a los demás.

Las de antes, cuando no había caballistas que quisieran imponerse a la tradición por hacer otro camino que no era el que siempre se hizo. La de antes, cuando en el eucaliptal no se destrozaban o se sufrían robos en carretas de asociaciones culturales. Cuando en la zona de acampada no había más patrullas de la Guarcia Civil y Policía Local, que romeros. Sí, esa etapa con todo eso negativo, también fue un "covid" que pasó nuestra Romería, y por el que muchos carmonenses y entidades, dejaron de bajar a la Ermita.

Pero este centenario me ha recordado a las de antes, a la época buena, por la afluencia de gente, por la misa en la explanada de la feria (preciosa misa por cierto y precioso altar). Las de antes, cuando se bajaba cantando sevillanas y con carretas adornadas con papel de seda. Las de antes, con numerosas peñas y asociaciones con su carreta (me faltaron muchas clásicas, cuyos relevos generacionales, están en asociaciones nuevas, como pasa en feria).

Las de antes, con el olor a sardina y guisos de arroz (aunque ahora ya no se pueda cocinar o encender fuego en el eucaliptal). Las de antes, con gente por todos sitios, los sitios "reservados" a la Hermandad a cambio de un "donativo", gente soportando el (este año) poco calor que hacía, pero sin incidentes reseñables. La de antes con "vivas" a la Virgen de Gracia, con la alegría que me supuso oír a mucha gente veterana cantando sevillanas y coplas a nuestra Patrona, y no a la Virgen del Rocío, que (con todos mis respetos) tiene su romería en Mayo y no "pega" nada en nuestra romería, aunque también se cantaron sevillanas rocieras.

La de la vuelta con mucha gente guardando la compostura, con las sevillanas y rumbas llegando a la Puerta de Sevilla, y otros algo "prejudicados" por la falta de control de ingesta de bebidas "espirituosas". Lamentablemente y esto no es como antes, también algunos que parecía que estaban en la feria, en lugar de en la romería, con altavoces eléctricos con música discotequera, o incluso canciones de fiestas de pueblo de Despeñaperros p'arriba.

Pero como digo, esto es cuestión de generaciones y en nuestra tradición de la Romería (y las tradiciones están para respetarlas y cumplirlas, aunque se pueda innovar en comodidades) hubo unos años de "vacío" por lo que dije anteriormente, de gente que no supo respetarla, ni convivir, ni el significado auténtico de este día.

Ha sido un primer paso muy importante y hermoso, para recuperar la grandeza de nuestra Romería de la Virgen de Gracia. Ojalá sea el germen para que vengan muchos años de mucha gente acompañando al Simpecado, conviviendo, haciendo carrozas y convirtiendo la Romería en un día grande de Carmona. Mis felicitaciones y agradecimiento al currazo de la Hermandad, del Ayuntamiento, Cuerpos de Seguridad, Sanitarios y Limpieza, y a la empresa Hans Bus, por hacer más liviana la vuelta de los que no tenían cuerpo para subir andando.

Ojalá las próximas Romerías no sean solo "como las de antes", sino todavía mejores.
¡Viva la Virgen de Gracia!

06 agosto 2025

Entrenando dialéctica.

El devenir de los tiempos hace mella en cada espíritu de forma diferente. Con las olas de calor, a veces las ganas también se declaran en huelga de "brazos caídos". Y no deja de ser curioso cómo nuestra mente olvida encenderle al alma el termostato de "todo irá bien", y ésta empieza a sudar de forma incontrolable por cada poro de la frente, las patillas y la nuca. Son las ganas declarándose en huelga. Son las circunstancias diciéndote que has fallado, o que igual estabas equivocado con ciertas decisiones que tomaste (o creíste haber tomado) a lo largo de tu vida.

Es la desazón de los días tan largos, que tan alegres acogemos en primavera cuando las horas de luz no significan calor asfixiante, y las nocturnas no significan insomnio por decreto hasta los veintipocos grados sin aire de las tres o las cuatro de la madrugada. Puede que esta desidia que no ha podido con el deseo autoimpuesto de volver a plasmar grafías en una digital hoja en blanco, termine por irse con el calor igual que llegó en su día. Mientras me muestro ufano de seguir ganándole la batalla al  tabaco, presente en muchas de sus formas en cada momento de mi día a día, y al "Lexatín" , que sigue paciente en su "blister" de plástico y plata, esperando a que mi alma no aguante el olvido de la mente de encender el termostato, y recurra a él. 

Pero que no inunde el pesimismo este juego de entrenamiento dialéctico y mental, para lo que tiene que llegar más pronto que tarde. Pese a sentir a veces que uno es una estafa porque hay quien espera cosas de ti que tu cabeza, sin el estímulo al menos de una rubia helada (pro defectu de tabaco o drogas farmacéuticas), sabe que no es capaz de dar. O puede ser que has conseguido "vender" -con tus pocas e inusuales habilidades- un producto que a ti te parece tan innato como insuficiente y sin embargo, a muchos (que no a todos) les fascina. 

Y aun así, siempre seguiré diciendo -perdón por la inmodestia- que mis habilidades no han sido lo suficientemente valoradas por muchos, y excesivamente por otros. Al menos hasta el día de hoy me han dado para poder comer y pagar facturas (no sin sudores), aunque siga pensando que ciertas habilidades merecían un poco más de reconocimiento, social y sobre todo económico. Pero ya se sabe, sin una cartulina en la pared (otra vez las malas decisiones del pasado) y con el refranero español tan presente en el calendario de la memoria, "nadie -y más en mi caso- es profeta en su tierra".

Se vienen tiempos difíciles, y no solo para la desazón de la mente por las olas de calor. Uno puede pensar aquello de: "En peores plazas hemos toreado". Pero entonces el torero tenía la mitad de los años, el respetable público era más agradecido y en el ruedo había más sombra porque el cambio climático ni se vislumbraba... Hay que ser fuertes. Mientras Morricone pone banda sonora con su "Misión" a este entrenamiento literario, y mis pensamientos sobre proyectos futuros, ganas de inventar y de intentar, de escribir o de hablar, se esfuman como un incienso de cofradía de barrio, recurro a una frase de cine para responder a mi propia desazón, a mi propia inquietud: 


"-¿Y... cómo vivirás?
-Dia a día..."

No nos quedará otra, que seguir entrenando la escritura, para los días que tienen que venir...






20 marzo 2025

CUARESMA 2025 (I): "CONTRA LA ILUSIÓN Y LA FE..."

Llegando prácticamente a la mitad de la Cuaresma, el cofrade, el cristiano, el capillita, el que reúne uno o todos los adjetivos anteriores, repara más que nunca en la climatología. Antiguamente teníamos a los hombres de campo, las cabañuelas y como mucho, los más pudientes, al "hombre del tiempo" en la recién aparecida "Televisión Española".


Ahora con los medios técnicos a nuestro alcance, tenemos una "falsa" estación meteorológica en el teléfono móvil. Entre eso y el cambio climático que por nuestro maltrato al planeta estamos empezando a sufrir, las cuaresmas de la última década vienen con más incertidumbre que incluso antes, cuando los avances a la hora de realizar predicciones climatológicas no eran tanto.

El caso es que, incluso con la cuaresma tan lluviosa que estamos pasando, con el inicio de primavera tan lluvioso, con apenas dos días de tregua en varias semanas de agua, con todo eso y el refranero que ya sabemos lo que dice del mes de Abril, en el que este año será nuestra Semana Santa, con todas esas premisas, en el corazón del cofrade, del cristiano, del capillita, del que reúne uno o todos los adjetivos, se inicia el proceso de la ilusión y la fe.

Porque empieza una rutina temporal en su hermandad. Porque vienen la limpieza de la plata, la preparación de altares de Quinario, el montaje de los pasos y muchísimas tareas más dentro de la casa hermandad o de la iglesia de cada uno. Con la ilusión de que todo ese trabajo que se hace para honrar a los Titulares, lo vea la ciudad donde duerme el Lucero de la Aurora desde el Viernes de Dolores al Domingo de Resurrección. Con la fe de que la Estación de Penitencia limpiará de pecados cada alma que la ejecute, y la fe del que trabaja y prepara todo pensando que Dios querrá dar una tregua en el clima para salir a evangelizar las calles.

En las hermandades, en la vida y el corazón del cofrade, del cristiano, del capillita, del que reúne uno o todos esos adjetivos, el bullicio no para, los cultos se preparan y celebran, se limpia, se guarda la vigilia de los viernes de Cuaresma, se hace la tertulia, y se trabaja con el amor que mueve a toda una corporación y sus hermanos, pese a que fuera, no para de llover.

Y esto es así porque así esta escrito, porque así lo mandan la ilusión y la fe, y aunque la madre naturaleza haya demostrado su inmenso poder ante los recursos humanos, contra la ilusión y la fe nadie puede.

23 marzo 2023

CUARESMA 2023 (III): "El casi fin de la espera".

 Antonio García Barbeito comenzaba su pregón de Semana Santa en 2010 con unos versos que decían: "Parece que es la hora y no es la hora (...) Parece que está todo y algo falta (...) Pero mirad al sol haciendo guiños, en los ojos sagrados de los niños donde se purifica la mañana. Esperad, mis impacientes paisanos, para tocar el cielo con las manos, nos falta solamente una semana". 

Y a tres días vista del pregón de este año, no hay palabras más acorde con el revoltijo de sentimientos que los cofrades, católicos y creyentes, tenemos estos días. El "esto ya está aquí" empieza a escucharse, a leerse por las redes sociales... y aunque parece que esa frase se nos clava como una sentencia cierta, lo cierto es que parece que cada año los cofrades se desviven por soltarla antes. 

La impaciencia con la que un cofrade espera su "Semana de las semanas" cada año se aferra más a la avidez del cariño. Pero en estos días en los que los Quinarios ya pasaron, se desmontaron sus estructuras, bajaron los titulares de su altar de cultos, para prepararse para besapiés y/o subida a los pasos; justo en estos días, es cuando el corazón se apodera más de la cabeza y del "runrún" en el estómago. 

Se quema el doble de incienso en casa y en las hermandades, se le sube el volumen a las marchas en el coche o en el altavoz, se mira la predicción del tiempo compulsivamente, las torrijas se devoran casi por inercia... y todo porque "esto ya está aquí, pero no". Porque ronda en el fondo del alma la dualidad de querer que la Semana de las semanas llegue, y a la vez no querer que pase. La dolencia asumida de lo largo que se hace el año en una hermandad, lo cuasi eterna que se hace la espera inmediata durante la Cuaresma y lo fugaz que pasan los siete días de la Pasión. 

Puede venir a la cabeza de los cofrades ese sentimiento de vacío y de nostalgia al desmontar el paso y limpiar y guardar enseres, que ya no serán utilizados hasta alguna representación de Gloria o hasta el Corpus. El lamento que usa el calor y la feria como pañuelo de lágrimas hasta volver a la actividad de hermandad. Son solo algunos ejemplos de lo que puede acudir a la sesera estos días que parece que ya sí, pero todavía no. En los que, como decía Barbeito: "Parece que la alcanzo y es más alta/ parece que se acerca y se evapora". 

La espera de una nueva Semana Santa toca a su fin. A día de hoy, faltando días aún para el pregón, tras el que quedará una semana mal contada, toca a su "casi" fin. En poco más de diez días volveremos a ser "Siervos" de la Semana de la Pasión, de la Semana de las semanas, llevaremos nuestro antifaz con esperanza, con amargura, expiraremos, descenderemos, nos ataremos a la columna con humildad y paciencia, cargaremos nuestra cruz en silencio y haremos un santo entierro de nuestra espera, para resucitar otra. En diez días -hora arriba hora abajo- las gotas de cera derramada por las calles engrosarán nuestro padrón de habitantes.

Pero eso será en diez días, o puede que ya nueve. Mientras tanto, la espera casi toca a su fin y se acentúa más aquello de "esto está aquí ya", aunque en el fondo sepamos que no. Da igual, este casi fin de la espera, esta recta final de nuestra cuaresma, nos sirve para enseñarnos a templar los nervios de la impaciencia, para acercarnos a las hermandades, para oler el azahar florecido con más intensidad, para muchas cosas, excepto para aprender a controlar la intensidad con la que vivimos nuestra Semana Santa para que no se nos vaya en un golpe de llamador. Así que paciencia, mis queridos paisanos porque ya lo dijo Barbeito: "Parece que es la hora... y no es la hora."




12 marzo 2023

CUARESMA 2023 (II): "La foto antigua de nuestra memoria"

 


En la memoria de cada cofrade hay una -o varias- fotos antiguas de nuestra Semana Santa. Son un testigo incontestable del paso del tiempo y del cambio en nuestra piel, en la fisionomía de la ciudad, de las cofradías, incluso de nuestras costumbres. Es evidente que con el devenir de los años, la modernización y todo lo que ello conlleva, a nuestra Semana de las Semanas también le llegó su transformación. 

Y aquí no hablo solo de las propias cofradías, sino de la presencia y la manera de verlas de la gente. Quien dice maneras, dice sitios, cantidades y formas (también de comportamiento). Por poner varios ejemplos -que se salen de lo que en algunas redes sociales puede comprobarse en lo que respecta a la fisionomía de los pasos, incluso de las propias Imágenes Titulares de las Hermandades carmonenses- podemos hablar de recorridos, o de horarios. 

¿Quién no tiene en su mente el pasar de la Hermandad de la Amargura por las calles del Real? ¿O de la Quinta Angustia subiendo por Domínguez de la Haza? ¿Quién no recuerda la subida de Santiago por Luis de Rueda y la bajada por San Marcos? ¿O la salida de la Humildad y Paciencia en nuestra particular "madrugá" a las seis de la mañana o incluso a las diez? Y todo el antiguo Paseo del Estatuto  y calle San Pedro a rebosar para ver la recogida, y comer por los antiguos restaurantes y mesones de la zona, para luego dar un paseo por la Alameda Alfonso XIII, degustar un "corte" de helado del puestecito que tenían allí "Los Valencianos" y acercarse a la salida del Silencio. Eso por no hablar del Santo Entierro saliendo de su Iglesia de Santa Ana...

Fotos físicas en sepia y blanco y negro, y también mentales que nos trasladan a otras épocas en las que filas de centurias romanas, escoltaban a nuestras cofradías, en las que los colores de los nazarenos de ciertas hermandades eran distintos, y los colores de ciertos palios también. Y uno compara fotos de ahora, y creo que dependiendo de nuestra edad y nivel de nostalgia en el alma, no sabríamos decir qué foto sale ganando o perdiendo. 

Y es que, como nosotros, como los tiempos, como la tecnología, la Semana Santa de Carmona ha evolucionado y se moderniza. Ahora las salidas para comer en los festivos, pasaron a las botellonas de los adolescentes en los polígonos (y porque los disuadieron de seguir haciéndolas en el Paseo del Estatuto) y a salir a ver las cofradías en cierto estado de embriaguez. Poca gente se calla ya al paso del tramo del Misterio de la Quinta Angustia, del Silencio o del Santo Entierro. Tenemos un nuevo crucificado y un resucitado. El Jueves Santo ya no es la noche grande debido a la facilidad del desplazamiento a la capital y el esnobismo de que parece que eres más "cofrade" y fardas más si dejas de ver a La Columna para ver la "Madrugá" cada año (y dejar constancia en las redes sociales, por supuesto).

Pero a los demás, a los que seguimos aquí, quizá nos quede el regusto por antiguos pasos, canastillas, imágenes y formas, y a la vez sigamos adaptándonos a lo nuevo. Como por ejemplo a la música, que también ha evolucionado, en calidad y en formas de composición, aunque particularmente yo, me confieso seguidor de las marchas clásicas en las bandas de música y muy fan de las nuevas composiciones para cornetas y tambores. Nunca me entró bien por el oído el distinto timbre de tambor, con xilófono y platos de las agrupaciones musicales, pero eso ya es cuestión de gustos.

Lo que es innegable, es que hay que estar agradecidos a todos esos fotógrafos de hace décadas y décadas, y sobre todo a los que conservan y comparten esas instantáneas, porque nos permite activar la foto antigua de nuestra memoria, que a su vez, nos revive vivencias, nostalgias, cariños y un sin fin de sentimientos para que reparemos en que lo que puede que no haya cambiado desde entonces, sea nuestra fe.





09 marzo 2023

CUARESMA 2023 (I): "La santa normalidad"

 Echando la vista atrás hemos dejado "inconsciente" (que no muerta) la maldita pandemia. La que nos quitó Cuaresmas, Semanas Santas, y otras tantas cosas de nuestra vida sureño-sevillana cotidiana. Con el recuerdo de quien no pudo vencer a esa maldita pandemia, hemos vuelto a la deseada normalidad.

Y la normalidad nos llega de nuevo a los sentidos con forma de Cuaresma. La normalidad de la inestabilidad del tiempo ante una Semana Santa tardía por culpa de un calendario que no se fija, pese a las intenciones del Papa Francisco. La normalidad de que la ciudad cambia de nuevo su perfume, para ponerse uno que nos sigue siendo reconocible tras el paso de los siglos. La normalidad de un azahar que todavía no acaba de romper, de las tardes en las que el sol se hace un poquito más remolón para irse a dormir, y en la que los bares empiezan a cambiar su carta de tapas, dejando sitio en su lista para los platos cuaresmales.

La normalidad de cultos, de trabajo en las hermandades, de "Sus manos en las mías", de "Sidol", de inciensos y de Via-Crucis. La normalidad de "saca la túnica del altillo por si hay que llevarla a la tintorería", la de los racheos de los ensayos bajo el manto de las noches de la ciudad donde duerme el "Lucero de la Aurora", y la del viento trayendo el eco de los ensayos al aire libre de nuestra Banda de Cornetas y Tambores.

La normalidad de ver vídeos, de actos culturales, de tertulias (oficiales en locales y no oficiales en barra o velador); la de las papeletas de sitio, la de montaje y desmontaje de altares de quinario y de insignias, la normalidad del repeluco al quemar incienso de mi amigo Rafa "El Cautivo" en casa, y la de los programas cofrades en la radio y la tele. La de las primeras torrijas, leche frita y pestiños. 

La normalidad rara de volver a unas costumbres otro año más, que durante dos años no pudimos incluir en nuestra normalidad. La normalidad de la vida de una Carmona que sigue adelante, con ojos nostálgicos y creyentes, con ojos nuevos y ateos, con la expectación de una Semana que siempre se repite, pero siempre te deja momentos o sensaciones nuevas. 

Esa normalidad nos vuelve un año más, y parece que muchos ya no recordamos la ausencia de todo, por culpa de aquél castigo mundial que nos tuvo dos largos años distanciados, ávidos de volver a vivir, convivir y sobrevivir. La Cuaresma ya está en su madurez y camina a su apogeo. Apenas tres semanas nos separan del verdadero estallido de la Primavera, que es cuando el Viernes de Dolores tras la misa en San Bartolomé, los Servitas ponen pie en la Plaza de Cristo Rey, la ciudad se mancha de cera y las "gitanillas" de los balcones lucen su máximo colorido.

Ha vuelto la normalidad. La Santa normalidad. Disfrutémosla.

Feliz Cuaresma a todos.





15 marzo 2022

CUARESMA 2022 (I): "Necesidad"

 

Si no son ustedes asiduos o han leído antes mis artículos de cuaresma a lo largo de los años en este blog (que tengo bastante abandonado), procede una aclaración de ciertos términos inventados y acuñados para definir ciertas cosas de la época y la ciudad.

Me refiero a esta última con expresiones como “La Carmo Romana”, “la ciudad donde duerme el Lucero de la Aurora”;  para la cuaresma como “el tiempo sin tiempo” (así titulé uno de mis artículos cuaresmales), y para nuestra Semana Santa como “La Semana de las semanas” o “la Semana más semana”. Para cada uno de los días que la componen, le he añadido el epíteto “de nuestras vidas”, para hacer quizá más cariñoso e importante a cada jornada, quitándole el “Santo” del apellido: Lunes de nuestras vidas, Jueves de nuestras vidas, y así hasta finalizar nuestra Semana Santa.

 

Dicho esto, cuando la ciudad en la que duerme el Lucero de la Aurora mira en el calendario al Miércoles de Ceniza, y con permiso del cambio climático, el aire y el ambiente vuelven a oler distinto. La luz de los días tiene horas y matices distintos. Todo es diferente. Con los ecos de las últimas coplas carnavalescas en la memoria, el azahar nos marca la llegada de días más largos y cálidos, de días (Dios lo quiera) pasados por aguas torrenciales de tormentas de unas cuantas horas, de ensayos costaleros y de Quinarios.

 

Empieza la “necesidad” de Semana Santa en nuestros ánimos, en los de todos (sean creyentes, cofrades, o ninguna de las dos) los carmonenses, sevillanos, andaluces… Esa necesidad íntima anual de perpetuar nuestras tradiciones, costumbres y creencias. Pero este año la necesidad tiene más matices. Unos terribles. No sé si a ustedes les pasará lo mismo, pero yo ya “necesito” que sea Semana Santa. Y la busco, volviendo por ejemplo a la música, a la maravilla que en los 90 la London Philharmonic Orchestra bajo la dirección de Antón García Abril, grabó para la película de Gutiérrez Aragón: “Semana Santa”. Las marchas más clásicas de la Semana de nuestras vidas, grabadas con sonido de música clásica. O escuchando las nuevas composiciones de “Cigarreras”, que me trasladan casi al cine con unas marchas espectaculares.

 

La busco yendo a la hermandad, a colaborar en los trabajos de montaje, limpieza, etc. La busco en los carteles, en internet, quemando incienso de mi amigo Rafael (Inciensos “El Cautivo), en cualquier parte que me aleje un poco de la realidad. Por eso la necesito. Porque el mundo entre pandemias, las tragedias de una guerra, que lejos de acabarse pronto parece que se va a agrandar y extender en el tiempo, la sequía, y tantas y tantas cosas que sumar a nuestros problemas personales y diarios de cada uno, hace que necesitemos evadirnos, y por qué no, algunos, buscar refugio en Dios y en los Titulares de nuestras hermandades.

 

Necesitamos, un ratito al día por lo menos, estar pendientes o pensar en ir sacando la túnica del ropero, en racheos de pies por los adoquines del casco antiguo, en el azahar que ahora perfuma las calles.

Necesitamos pasar por los bares y oler a bacalao con tomate, o a espinacas con garbanzos, o a torrijas o pestiños.

Necesitamos ver vídeos o cerrar los ojos e imaginar a nuestro Cristo o nuestra Virgen pasando por cualquier punto favorito de su recorrido en el día de La Semana que salgan.

Necesitamos el chirriar de los coches por la cera que dejan en el asfalto las primeras procesiones, y ver los altares de quinarios.

Necesitamos, más que nunca, volver a las costumbres, sensaciones, tactos, sonidos y olores que dejamos aparcados el Domingo de Resurrección de 2019, que desde entonces y por ese bicho maldito tampoco hay nazarenos por la calle.

Y aunque sea una Semana Santa diferente, muchos tenemos esa NECESIDAD. La necesidad de soñarla, de que vuelva, aunque vuelva de forma diferente, pero de volver nosotros a las viejas costumbres, a que nuestra vida siga adelante como ha sido siempre en la ciudad que en Semana Santa se transforma en la Carmo Romana.

Tenemos esa necesidad, aunque muchos no quieran reconocerlo. Como yo tenía la necesidad de volver a escribir mi serie de Cuaresma.

Ya se acerca… el tiempo del tiempo. La Semana más semana. Y Carmo lo sabe.

Y ahora perdónenme la frivolidad, pero lo tengo que decir, yo tengo la necesidad también de que sea Jueves Santo y que mi señora madre… haga torrijas.

 

Feliz Cuaresma.

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